Judá y Simeón vencen a los cananeos
(1:4) Y subió Judá, y Jehová entregó en sus manos al Cananeo y al Pherezeo; y de ellos hirieron en Bezec diez mil hombres. (1:5) Y hallaron á Adoni-bezec en Bezec, y pelearon contra él: é hirieron al Cananeo y al Pherezeo. (1:6) Mas Adoni-bezec huyó ; y siguiéronle, y prendiéronle, y cortáronle los pulgares de las manos y de los pies. (1:7) Entonces dijo Adoni-bezec: Setenta reyes, cortados los pulgares de sus manos y de sus pies, cogían las migajas debajo de mi mesa: como yo hice, así me ha pagado Dios. Y metiéronle en Jerusalem, donde murió.
Judá conquista a Jerusalén
(1:9) Después los hijos de Judá descendieron para pelear contra el Cananeo que habitaba en las montañas, y al mediodía, y en los llanos. (1:10) Y partió Judá contra el Cananeo que habitaba en Hebrón, la cual se llamaba antes Chîriath-arba; é hirieron á Sesai, y á Ahiman, y á Talmai.
(1:11) Y de allí fué á los que habitaban en Debir, que antes se llamaba Chîriath-sepher. (1:12) Y dijo Caleb: El que hiriere á Chîriath-sepher, y la tomare, yo le daré á Axa mi hija por mujer. (1:13) Y tomóla Othoniel hijo de Cenez, hermano menor de Caleb: y él le dió á Axa su hija por mujer. (1:14) Y cuando la llevaban, persuadióle que pidiese á su padre un campo. Y ella se apeó del asno, y Caleb le dijo: ¿Qué tienes? (1:15) Ella entonces le respondió: Dame una bendición: que pues me has dado tierra de secadal, me des también fuentes de aguas. Entonces Caleb le dió las fuentes de arriba y las fuentes de abajo.
Judá conquista a Gaza y Ascalón
(1:20) Y dieron Hebrón á Caleb, como Moisés había dicho: y él echó de allí tres hijos de Anac.
(1:21) Mas al Jebuseo que habitaba en Jerusalem, no echaron los hijos de Benjamín, y así el Jebuseo habitó con los hijos de Benjamín en Jerusalem hasta hoy.
José y conquista a Betel
Manasés y Efraín vencen a los cananeos
(1:29) Tampoco Efraín echó al Cananeo que habitaba en Gezer; antes habitó el Cananeo en medio de ellos en Gezer.
Conquistas de las otras tribus
(1:31) Tampoco Aser echó á los que habitaban en Achô, y á los que habitaban en Sidón, y en Ahlab, y en Achzib, y en Helba, y en Aphec, y en Rehod: (1:32) Antes moró Aser entre los Cananeos que habitaban en la tierra; pues no los echó.
(1:33) Tampoco Nephtalí echó á los que habitaban en Beth-semes, y á los que habitaban en Beth-anath, sino que moró entre los Cananeos que habitaban en la tierra; mas fuéronle tributarios los moradores de Beth-semes, y los moradores de Beth-anath.
(1:34) Los Amorrheos apretaron á los hijos de Dan hasta el monte; que no los dejaron descender á la campiña. (1:35) Y quiso el Amorrheo habitar en el monte de Heres, en Ajalón y en Saalbín; mas como la mano de la casa de José tomó fuerzas, hiciéronlos tributarios. (1:36) Y el término del Amorrheo fué desde la subida de Acrabim, desde la piedra, y arriba”.  Jueces 1:1–36
Hemos terminado el estudio de la vida de Josué y hemos considerado como el libro tiene sus paralelos en la era cristiana con el libro de Efesios donde vemos al cristiano “en los lugares celestiales en Cristo”. No es el cielo en si, pues hay conflictos como nos enseña en Efesios 6 “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Así Israel, con Josué su líder, entraban en su heredad encontrando muchos enemigos y conflictos, y aun después de la muerte de Josué, tenían conflictos. Pero el libro de Jueces es más semejante al libro de 2 Timoteo, pues los líderes han grandes han fallecido y el pueblo tiene que combatir sin tener los lideres tan fuertes como anteriormente. Pero vemos aun en este tiempo que Dios envía una y otra vez los jueces, hombres de fe y capacidad para liderar y enseñar. Era cuestión de continuar en la senda de la fe, y el hombre siempre es probado a lo largo. Es normal con nosotros querer ganar una victoria y después poder descansar, pero no es así ni nunca va a ser mientras estamos en este mundo. El enemigo nunca se cansa de tratar de derrotarnos. Y así vemos con los enemigos de Israel.
En este primer capítulo vemos un resumen de la fe de aquel hombre tan admirado, Caleb. Nos deja ver que Dios tiene sus fieles que no se cansaba en la senda. Caleb era uno de ellos que seguía en fidelidad toda su vida, y como notamos antes, enseñaba a su hija tener la misma fe. Su deseo de su padre era “Concédeme un don; puesto que me has dado tierra del Neguev, dame también fuentes de aguas. Este padre no se quejaba de la petición; en cambio con gusto le daba más que pedía, “las fuentes de arriba y las fuentes de abajo. Como mencionamos antes, en el sentido espiritual vemos que el cristiano tiene la revelación de los consejos de Dios en cuanto el futuro de la tierra y la nación de Israel (las fuentes de abajo), y más bendito la iglesia, con sus promesas espirituales y celestiales (las fuentes de arriba.) Para citar el hermano Bruce Anstey (quien nos está visitando y ministraba hoy día sobre Efesios 1) las bendiciones de la iglesia son: 1) celestiales; 2) espirituales; y 3) eternos. En comparación, las bendiciones de Israel son 1) terrenales; 2) materiales; y 3) temporales pues terminan con el milenio.
Pero volviendo a este primer capítulo de Jueces, vemos el principio de la tendencia de la nación de retroceder en vez de avanzar. Siempre es la tendencia humana pues no nos es posible “estacionarnos”. O vamos avanzando a vamos retrocediendo en nuestras vidas cristianas. En la primera parte del capítulo vemos a Judá pidiendo ayuda de Simeón y aunque se puede decir que fuera bueno que se ayudaran las tribus de Israel, era desgraciadamente las primeras marcas de la falta de fe en Jehová. “Y Judá dijo a Simeón su hermano: Sube conmigo al territorio que se me ha adjudicado, y peleemos contra el cananeo, y yo también iré contigo al tuyo”. Vemos algo más que nos entristezca; “Mas Adoni-bezec huyó; y le siguieron y le prendieron, y le cortaron los pulgares de las manos y de los pies”. No creo que tenían mandata para así torturar a sus enemigos, aunque así había tratado este rey pagano a sus enemigos.
Vemos además en este capítulo que Judá no podía contra la tecnología avanzada de sus enemigos. “Y Jehová estaba con Judá, quien arrojó a los de las montañas; mas no pudo arrojar a los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros herrados”. ¿Acaso Jehová no había derrotado a los habitantes de Jericó, quienes vivían atrás de un muro alto y grueso? No, no era una falta de poder de parte de Jehová, sino la flaqueza de la fe de Judá. La prueba es lo que nos dice en el siguiente versículo acerca de Caleb; “Y dieron Hebrón a Caleb, como Moisés había dicho; y él arrojó de allí a los tres hijos de Anac”.
Pero el capítulo sigue con las palabras repetidas una y otra vez NO LO ARROJARON. “Mas al jebuseo que habitaba en Jerusalén no lo arrojaron los hijos de Benjamín, y el jebuseo habitó con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta hoy”. Y hay algo más que se puede comprar y ver como las cosas no era como antes en el libro de Josué. Rahab, una mujer de fe, había ayudado por fe a las espías. No hubo tal persona ahora pero la casa de José encontró uno que podía ser comprado. Ellos encontraron un traidor que en cambio por su vida, estaba listo de traicionar a su pueblo. “Y los que espiaban vieron a un hombre que salía de la ciudad, y le dijeron: Muéstranos ahora la entrada de la ciudad, y haremos contigo misericordia. Y él les mostró la entrada a la ciudad …” Pero este hombre, en vez de integrarse en Israel por fe, como había hecho Rahab, volvió a construir la ciudad que acabaron de destruir. “Y se fue el hombre a la tierra de los heteos, y edificó una ciudad a la cual llamó Luz; y este es su nombre hasta hoy”.
Estoy listo para escuchar mis hermanos si hay una petición de otro tema corto que debemos considerar antes de continuar con el libro de Jueces.
7 enero de 2018